Estrella en la arena

Yacía en la arena blanca de una exuberante playa. Tomaba el sol tranquilamente. Se relajaba después de un día estresante y complicado en las profundidades marinas. Le gustaba pasar un tiempo sola, bronceando su piel de color rojo brillante, apartada del resto de estrellas de mar, en silencio. La charla banal de sus compañeras hoy le molestaba especialmente. Disfrutaba de mover lentamente su cuerpo encima de la arena, mientras los granos de arena le hacían cosquillas. Observaba el horizonte, veía pasar grandes barcos de pesca que se dirigían al puerto. Sentía la brisa marina que se escondía tras las palmeras y escuchaba el sonido de las olas cuando rompían en las rocas cercanas. Sonreía con los ojos entrecerrados y se abandonaba al paraíso, suspirando. 



El sol cada vez era más potente, la estrella percibía más calor, pero no le molestaba, seguía relajada y con los ojos cerrados. Pero, de repente, se acaba el calor, abre rápidamente los ojos y ve que no hay Sol. Se queda desconcertada. Casi se ha hecho de noche y tiene que volver a casa. Pero no quiere irse de allí hasta que no resuelva el misterio del Sol que se apaga tan rápido como una bombilla. Mira a su alrededor. Está sola. Mira hacia arriba, hacia lo alto de una palmera y ve algo reluciente. Un cuerpo metálico se apresura a esconderse, ahora que ha sido descubierto por la estrella. En su huida hacia arriba, pone un pie en falso, resbala y cae. La estrella está aterrada, su corazón late a mil por hora. Empieza a moverse hacia el mar, deprisa, cuando oye una voz que pide auxilio.

- No te vayas. Ayúdame, por favor.

La estrella se para, se lo piensa dos segundos y actúa. Aún con el miedo en el cuerpo, se desplaza hacia la palmera. Cuando llega a ella, reduce su velocidad antes de bordearla. Sabe que aquel ser está en la parte trasera de la palmera. Poco a poco, se asoma. Se encuentra con una escena dantesca. El cuerpo metálico se ha partido en dos, es difícil reconocer qué es. La estrella se acerca un poco más y distingue dos pilas gastadas unos metros más lejos. Se fija en el cuerpo, ya sin vida, de una linterna joven que ha fallecido como consecuencia de una estúpida broma.

Foto obtenida de internet.

Comentarios

  1. Yo pensaba que en vez de con una linterna, se iba a encontrar con una esponja e iban a ser amigos para siempre, jeje.

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